Emociones en más de un idioma

Emociones en más de un idioma

¿Necesitás terapia?

Un mito acerca de los bilingües dice que ellos expresan sus emociones en su primera lengua (siempre y cuando no hayan adquirido los dos idiomas al mismo tiempo). Como todos los mitos, hay ocasiones en la que esto es verdadero. Entonces, un bilingüe portugués-inglés que adquirió el inglés a los catorce años me escribió que algo lo enoja mucho y él se permite expresarlo, no hay duda de que va a usar el inglés para decirlo. Además, tiene sentido de los bilingües que han vivido toda su vida en el mismo lugar, y han utilizado su primera lengua con la familia y amigos y el otro idioma para el trabajo, expresen sus emociones en su lengua madre.

Sin embargo, Aneta Pavlenko, una investigadora de Temple University, ella misma bilingüe, describe que las cosas son mucho más complejas que eso. En su libro acerca de este tema, ella desarma este mito y muestra que la relación entre las emociones y el bilingüismo juega de manera diferente para cada individuo y para cada área del lenguaje. Básicamente, es muy simplista sugerir que quienes adquirieron un segundo idioma a mayor edad estén sujetos emocionalmente solamente a su primer idioma y que no estén ligados también a los otros idiomas.

Cuando la niñez en una lengua fue falta de afectos o estuvo marcada por eventos traumáticos, entonces los bilingües puede preferir expresar sus emociones en su segundo idioma. Por ejemplo, un adulto anglo francés bilingüe que se mudó a Francia como joven adulto una vez me escribió que a ella le resultaba más sencillo expresar todo lo que se relacionaba con sus emociones en francés, su segundo idioma. También me explicó que ella descubrió lo que significaba el amor en francés. Terminó diciendo “quizás algún día me anime a decir ‘Te amo’ en inglés algún día”.

La novelista canadiense y francés, Nancy Huston, da un testimonio similar. Nueve años después de haberse mudado a París desde Norte América, nació su hija Léa. Ella se había casado con un bilingüe franco búlgaro con quien hablaba en francés. Huston intentó utilizar el lenguaje de bebé con su hija, pero no pudo continuar. Explica que las memorias y los sentimientos suscitados eran simplemente abrumadores (su madre anglo parlante había abandonado el hogar familiar cuando ella tenía sólo seis años).

En un nivel menos conmovedor, muchos bilingües tardíos afirman que ellos pueden despotricar más fácilmente en su segunda lengua. Tanto la bilingüe franco-búlgara, mencionada anteriormente, y Nancy Huston dijeron la misma cosa. El primero dice que tenía mayor vocabulario vulgar en francés, y Nancy Husto escribió su tesis sobre tabú y vocabulario vulgar en francés. Como ella lo expresa, “el idioma francés en general… para mí estaba menos lleno de emociones, y por lo tanto, menos peligroso que mi lengua madre. Era frío y yo lo apropié fríamente”.

Cuando los bilingües se enojan, cansan o estresan, el acento en su idioma puede reaparecer o incrementarse. Adicionalmente, ellos muchas veces vuelven al idioma en el que expresan sus emociones, sea este su lengua madre o su segundo idioma, o incluso los dos. Una vez fui atacado por una mantarraya en California y recuerdo claramente ir de un idioma al otro entre el inglés y el francés. Usaba el inglés para pedirle a mis amigos anglo parlantes que me llevaran al doctor y al mismo tiempo maldecía en francés para ayudarme a calmar el dolor.

El idioma utilizado en la terapia también es significativo. Paul Preston que ha escrito libros acerca del bilingüismo de quienes tienen lenguaje de señas y un idioma hablado, de los hijos oyentes de padres sordos, entrevistó a muchos de ellos que afirmaban sentirse bloqueados durante las sesiones de terapia. Ellos querían usar el lenguaje de signos, pero no podían hacerlo (las sesiones eran en inglés). También Nancy Huston afirma que ella no podía terminar su propio psicoanálisis porque era en francés, el idioma en que su neurosis estaba bajo control.

En definitiva, expresar emociones en más de un idioma no sigue reglas estrictas; algunos bilingües prefieren usar una lengua, otros la otra, y algunos las dos. Tal como expresaba Aneta Pavlenko en uno de sus libros acerca de sus propios hábitos:

“I love you [te amo]”, le susurro a mi pareja que habla inglés. “Babulechka, ia tak skuchaiu po tebe [Abuela, te extraño muchísimo]”, tiendo decirle a mi abuela que habla ruso.

La autora se disculpa diciendo que: “No tengo más opción que usar tanto el ruso como el inglés cuando hablo de emociones”.

 

Artículo escrito para Psychology Today por François Grosjean

 

Comentario personal

Cuando leí el artículo original, inmediatamente supe que quería publicarlo. Resuena mucho en mi experiencia personal viviendo en Australia y en Nueva Zelanda, países en los que tuve que aprendí a desenvolverme en inglés hasta que finalmente pude llamarme un bilingüe tardío.

Luego de haber vivido un año en Nueva Zelanda, recuerdo haber tenido una experiencia muy difícil en mi trabajo con mi jefe. Baste decir que por su impulsividad e imprudencia mi seguridad fue puesta en serio riesgo. Cuando por fin pude hablar con mi jefe al respecto, recuerdo sentirme frustrado hasta las lágrimas porque mis palabras en inglés no podían expresar ni mínimo del enojo y la tristeza que sentía en ese momento.

Años más tarde, atravesando una situación laboral igualmente estresante en Australia, fui capaz de desenvolverme mejor en el inglés. Supongo que aquel primer episodio ya me había preparado. Así también siento que al día de hoy, ya de regreso en Argentina, el español no acaba de expresar algunas de mis emociones y la mayoría de las ocasiones me encuentro cambiando de un idioma al otro en mi mente cuando me siento preocupado o atravesado por alguna emoción muy fuerte.

Asimismo, entiendo la necesidad que pueden tener los expatriados de tener la terapia en su propio idioma, con alguien que hable su idioma y también conozca de la vida del bilingüe, con sus luchas desconocidas para quienes solo hablan una lengua.

Referencias

Pavlenko, A. (2005). Emotions and Multilingualism. Cambridge: Cambridge
University Press.

Huston, N. (2002). Losing North: Musings on Land, Tongue and Self. Toronto:
McArthur.

Grosjean, F. Personality, thinking and dreaming, and emotions in bilinguals. Chapter 11 of Grosjean, F. (2010). Bilingual: Life and Reality. Cambridge, Mass: Harvard University Press.

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Francisco Javier González del Solar

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